LA MIRADA


Noté algo extraño en mi cuerpo. Me miré al espejo y entonces vi el reflejo de su mirada. Había algo en su rostro que no me gustaba. Al llegar a la estación el tren se detuvo y decidí bajarme en el último segundo, necesitaba tomar aire limpio. Respiré aliviada, atravesé el torno y salí al exterior. 


El bullicio de la calle me parecía la mejor de las sensaciones, estar en medio de tanta gente me hacía sentirme protegida, pensaba haberle despistado. Aceleré el paso sin saber muy bien dónde dirigirme, ¿qué me estaba pasando? me sentía acosada, observada.

Al cruzar la calle noté cómo me arrastraban con fuerza del brazo a la vez que el claxon de un autobús sonaba clavándose en el asfalto, caí al suelo en la acera justo en el mismo instante en el que autobús pasó a mi lado. La gente se agolpaba alrededor para ver si me encontraba bien. Aún aturdida y sin entender lo que había ocurrido volví a ver entre el tumulto el mismo rostro. Fue entonces cuando comprendí que aquella mirada me había salvado la vida de las fauces de aquel autobús. 
 
Mi “ángel de la guarda” había cobrado presencia.

Pie de acto: Noté algo extraño en mi cuerpo. Me miré al espejo y entonces vi...