A LA LUZ DE UNAS VELAS


Todo estaba oscuro, tan sólo al fondo se vislumbraba un pequeño parpadeo de luces y sombras. Parecía un rincón perfecto para venir con  tu pareja y cenar relajadamente a la insinuante luz de unas velas.

Aquel parpadeo se fundió de pronto con una luz artificial que acababa de ser encendida y que dio paso a una voz grave que afloraba en aquella estancia un tanto estrambótica.
-          “dime qué deseas, si que te lea la mano o que te eche las cartas”
De nuevo mil dudas surgieron en su cabeza. No sabía muy bien qué le había llevado hasta allí, no lograba entender si aquel sitio era el lugar adecuado que le ayudase a resolver el misterio de lo que le estaba sucediendo.
Sus labios, sin reparar en lo que su cabeza estaba dando vueltas, comenzaron a silabear una frase que ni él mismo esperaba, “no sé, tan sólo quiero conocer la verdad de lo que me está pasando”.
La luz artificial se apagó, y la voz grave intentó calmar el desasogiego que había empezado a implantarse en la estancia. “Ven, acompáñame, deja que las cartas revelen tu inquietud”.
Como hipnotizado, siguió los pasos de aquella voz, y sentó su mente y su cuerpo alrededor de una mesa camilla, que estaba decorada con una pequeña vela en el centro, era el perfecto escenario para revelar lo que él tanto había ansiado desde hacía unos días.
Su inquietud se tornó paz, y la voz tomó un montón de cartas que tras mostrarlas boca abajo en la mesa descubrirían el verdadero motivo por el cual se encontraba allí.
La luz de la velas por fin iluminó lo que realmente le había conducido hacia aquel lugar, donde él nunca hubiera imaginado que contemplaría su pasado, su presente fugaz y su inesperado futuro más inmediato.

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