LA ESENCIA



LA ESENCIA la perdió
O quizás nunca la tuvo
O realmente nunca supo que la tenía
O el paso del tiempo hizo que la olvidase

Érase una vez una mamá que siempre estaba a la última pregunta y pendiente siempre del dinero de los demás, prometiendo devolverlo y nunca haciéndolo.

Abusó tanto y tanto de dicha situación que había olvidado quienes la habían traído al mundo. Tengo dudas de si realmente guardaba para ellos un verdadero cariño.

El día que olvidó la dignidad y honorabilidad de cumplir con su palabra sus actos se volvieron plenamente calculados, prometiendo devolver y nuevamente volviéndolo a incumplir. Negaba la evidencia y todo ello la hizo ser opaca con su propia realidad convirtiéndola en una persona nada fiable.

Sus padres ya ancianos, vivían atrapados por ella, abducidos después de tantos años. Ahora ya no era momento de poner las cosas en su sitio, sus circunstancias y su edad les hacían depender tanto de ella, que cualquier cosa que ella hacía era aceptado con asentimiento y resignación.

Alrededor, otros con verdadero sentido común no alcanzaban a comprender cómo dicha situación se había permitido, no sólo por ella, sino por las personas que a su alrededor también habían aprendido.

Difícil de restituir y recuperar algo que en tantísimos años había sido desvalijado con tanta frialdad.

La esencia la perdió o quizás nunca la tuvo.

CONEXIÓN CORTADA



Se quitó la ropa muy despacio. Al quedar desnuda frente a él se sonrojó como una chiquilla. Era la primera vez,  su corazón estaba acelerado como si quisiera explotar.

Había pensado muchas veces en aquel momento, y por fin había llegado. Tocó sus manos para sentir su calor y sus rostros fundieron sus labios en un largo beso. Al despertar  junto a su lado se sintió reconfortada. Estaba feliz.

Hoy al recordar ese momento ya no sentía ni el más mínimo cariño por el extraño que yacía a su lado. El sufrimiento había terminado. Aquel ser extraño ¿quién era? se preguntaba.


Con la mirada perdida se levantó, tomó el teléfono y tras marcar dijo: “acabo de matar a mi marido”. Aquella confesión la hizo sentirse liberada, ya nada podía ser peor. Su cárcel por fin había finalizado.