CARTA DE LIBERTAD


Sentía que su mundo se había quedado reducido a aquel instante ¡el peor!
Un pensamiento había rondado su cabeza una y otra vez ¡y de repente había sucedido!
Cuando sonó el teléfono no esperaba escuchar esa voz. Intentando alargar el tiempo, atravesó el pasillo en vez de tomar el ascensor, prefería subir las escaleras.
Al llegar a la planta tuvo que esperar unos minutos aunque para él habían parecido una eternidad. Cuando se abrió la puerta, una sonrisa fingida le saludó a su paso.
- Siéntate Alfredo, supongo que tienes una ligera idea de por qué te he llamado.
- Quizás, susurró con una voz apagada.
- Bien no quiero alargar esta situación. Como sabes, las cosas están complicadas y se están tomando una serie de medidas que no son plato de gusto para nadie.
- Lo sé, entretanto sus piernas no dejaban de moverse en un vaivén como si quisieran martillear el suelo.
- Sabía que en algún momento me llamarían, comentó casi faltándole la respiración para articular la última palabra.
- Sabes perfectamente que las circunstancias nos obligan, llevas ya muchos años con nosotros y nunca hubiera imaginado que yo mismo tendría que darte esta carta.
- Pues por favor no dilates más el tema que nos conocemos.
Tras pronunciar aquella frase, cogió la carta al tiempo que sus ojos quedaron inundados de un brillo amargo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario